Los tres puntos se quedaron en Alberdi. La fiesta y el marcador final fue “Celeste”, ante un Instituto que culminó el duelo trascendental con un jugador menos.

El fútbol tiene estas cosas. En este último tiempo, quedó demostrado que el que mejor interpreta como jugarlo al encuentro, gana. Y esta no fue la excepción.

Belgrano lo asimiló a la perfección. “Los clásicos se ganan sin importar el como” fue la máxima expresión de la noche que se llevó a cabo en el Julio César Villagra.

Instituto jugó mejor, eso no quedan dudas. Dominó mejor la pelota e inclusive tuvo las situaciones más claras del partido. Pero le faltaron ítems importantes para quedarse con el duelo más importante del campeonato:

Falta de profundidad: Mantuvo mucho la pelota, con agrupaciones y pases cortos. No tuvo buena toma de decisión para arriesgar y/o acelerar el armado de la jugada y cambiar el destino de la jugada. Pases predecibles realizó el equipo, en especial en la primera mitad de juego.

Poca creación de juego: Son contadas con los dedos de una mano las situaciones claras que tuvo Instituto. Los jugadores en ofensiva, especialmente Franco Watson, Gabriel Graciani y Gregorio Rodríguez no desequilibraron en casi ningún momento. El equipo sintió sus ausencias en el armado del juego, y es por ello que generó escasas ocasiones.

Desprolijidad con el correr de los minutos: En estos partidos, más que nunca influye y mucho lo mental. El equipo, en el 0-0 y más con el 1-0 en contra, fue adquiriendo nerviosismo y tensión que lo sacaron del partido. Y más cuando quedó con un hombre menos tras la expulsión de Roberto Bochi por doble amarilla. Los intervalos finales del compromiso fueron el reflejo de un equipo en apuros, con más garra y entrega que ideas nítidas.